El 15 de Septiembre murió Jacinto Guerrero Torres en Madrid. Músico y compositor de zarzuelas. Su formación musical comienza por la ilusión de su padre, que para entonces era director de la banda en su pueblo natal, por tener al chiquillo en la misma, tocando el bombo y los platillos, tarea que Jacinto comenzó con tan solo 6 años. A los 9 años llega a Toledo, donde ingresa en el Colegio de Infantes, y estudió solfeo, canto llano, latín y literatura. En el Archivo de Música, estudia de manera autodidacta a autores como Palestrina o Victoria. Tres años más tarde compuso su primera partitura (Salve a cuatro voces). En 1914 compone la primera obra que le proporciona un enorme éxito y fama: Himno a Toledo, escrito para banda. Gracias a ello, consigue una beca de la Diputación y el Ayuntamiento para ingresar en el Conservatorio de Madrid. Ya en la capital, y sobreviviendo con la cantidad de una peseta diaria, Jacinto aprende que para triunfar en Madrid es tan importante componer como hacer buenas amistades y contactos. Tan solo un año después de su llegada, consigue un puesto como violinista en la Orquesta del Teatro Apolo. Se examina en el Conservatorio de tercero de solfeo y 1º y 2º de armonía, preparando en verano el examen equivalente a tres cursos de piano. Un año más tarde, obtiene por unanimidad el Diploma de Primera Clase de Armonía del Real Conservatorio Superior de Madrid. En 1918, compone su primera obra escénica: un sainete de costumbres llamado La cara de Dios, además de una breve pieza sinfónica llamada Jhaía (Danza mora). Este mismo año, estrenó también su primer poema sinfónico Jhaía, pero, pese a su gran éxito, el trabajo duro y los pocos beneficios, hicieron que Guerrero escribiera esta obra seria como la primera y la última. En 1919 estrena su primera obra, El Camino de Santiago, que no tuvo mucho éxito. Para que no volviera a ocurrirle, buscó un libretista, contratando a José Ramos Martín, para el que compuso el sainete La pelusa o el Regalo de los Reyes, estrenada en el Teatro de La Latina en 1920. Esta obra fue aclamada tanto por el público como por la crítica. Ese mismo año consigue un nuevo trabajo como pianista en el teatro de Fuencarral. En 1921 se estrena en Barcelona La Alsaciana. En 1922 estrenó su zarzuela La montería en Zaragoza, dentro de la cual se encontraba el número “¡Hay que ver!” y que tuvo un enorme éxito, del que en: http://estediamesuena.blogspot.com.es/2016/08/el-16-de-agosto-me-suena-jacinto.html se publicó con motivo de su nacimiento.. En 1923 se estrena Los Gavilanes, donde Guerrero consiguió que la SGAE pagara el 10% de la taquilla al autor (hasta la fecha no era así). Un año más tarde, estrena varios sainetes y zarzuelas, como La Sombra del Pilar, con libreto de Federico Romero y Guillermo Fernández Shaw, pero la más importante, donde se refleja el espíritu de Guerrero en su estado más puro, se estrenó en 1927: El huésped del Sevillano, cuyo número “Coro de las Lagarteranas”, que se hizo famoso mundialmente, tuvo un impacto tan fuerte o incluso mayor que el que encontrábamos algunos años antes en el “¡Hay que ver!”. En 1930, compuso la banda sonora de uno de los primeros largometrajes del cine sonoro en español: La canción del día. Además, estrenó La Rosa del Azafrán en el Teatro Calderón, lo que sirvió para acallar algunas malas críticas que tachaban a Guerrero de ser excesivamente popular. En 1931, y tras recibir la cruz de Isabel la Católica inicia, de la mano de los arquitectos Don Castro Fernández- Shaw y Don Pedro Muguruza, la creación del Teatro Coliseum. Tras varias huelgas y complicaciones económicas que el maestro consiguió resolver, se erigió por fin el teatro. A partir de aquí comienza una etapa nueva de Guerrero dentro del mundo de las Asociaciones: Un año más tarde, participa en la Asociación Cinematográfica Española y Americana (CAE), como miembro fundador y presidente, ya que su finalidad es llevar su obra también a las músicas de película. Con el fin de la Guerra en 1939, estrena Carlo Monte en Montecarlo, con libreto de Enrique Jardiel Poncela, una opereta. Compuso más de ochenta obras entre: zarzuelas, operetas, humoradas, revistas, sainetes, operas bufas, vodevil, entremeses, comedias líricas, fantasías, ... y alguna obra, instrumental, un pasodoble y música incidental para escena. Y entre ellas yo resaltaría: La alsaciana, La montería, Los gavilanes, Don Quintín el amargao (o «El que siembra vientos»), El huésped del sevillano, La rosa del azafrán, La fama del tartanero, La blanca doble y El canastillo de fresas.
De La Rosa del Azafrán escucharemos Sembrador interpretada por Plácido Domingo, para recordar que el maestro sembró de música nuestros escenarios y nuestra memoria haciéndonos pasar grandes ratos y deseando que la semilla fructifique y la zarzuela vuelva a brotar sobre el rastrojo.
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