La Orquesta Sinfónica de Madrid. Se trata de una compañía privada de músicos, en la que los maestros aportan los medios iniciales para su sostenimiento compra de sillas y atriles, alquiler de la sala de ensayo, partituras, etc., pero que se mantendrá de conciertos y grabaciones, sin recurrir a la dependencia de otros organismos, bien públicos, bien privados, que pudieran intervenir en su funcionamiento y condicionar a los maestros, como había ocurrido en la extinta Sociedad de Conciertos de Madrid. A través de José del Hierro y Víctor Mirecki se contacta con el director de orquesta español Alonso Cordelás, para que asumiera la dirección artística de la asociación. Este se traslada desde Múnich para ocupar su puesto, y trae con él las partituras con las que se celebrarían los primeros conciertos. Bajo la dirección del maestro Cordelás, el 7 de febrero de 1904, la Orquesta Sinfónica de Madrid ofrece su primer concierto público en el Teatro Real, con un programa que incluye la Obertura de Don Juan de Mozart, En las estepas del Asia Central de Borodin, una paráfrasis para violín y orquesta sobre la Canción del premio de Los maestros cantores de Wagner, escrita por Wilhelmj, con José del Hierro como solista, la Obertura «Fausto» de Wagner, Romeo y Julieta de Tchaikovski y la Cuarta Sinfonía de Schumann. Tras la salida de Cordelás, Enrique Fernández Arbós, violinista y director de orquesta, y con grandes contactos, es elegido para dirigir la Orquesta Sinfónica. Su labor fue importante desde el inicio, reestructurándola totalmente, y presentando su nueva cara en un gran concierto celebrado el 16 de abril de 1905. Así, bajo la batuta de Arbós, pasarían por la Orquesta Sinfónica de Madrid casi todos los compositores españoles activos del primer tercio del siglo XX, destacando dos estrenos que tienen singular importancia: las Noches en los jardines de España de Manuel de Falla, el 9 de abril de 1916, en el Teatro Real con José Cubiles como solista; y el Segundo concierto para violín y orquesta de Serguéi Prokófiev, el 1 de diciembre de 1935, con Robert Soëttens en la parte solista y con el autor presente en la sala del Teatro Monumental. La orquesta es autogestionaria, prurito que llevan muy a gala todos sus profesores. Sin embargo, esta seña de identidad tiene como reverso la inseguridad laboral, lo que le ha llevado a perder parte de su plantilla con la creación de las orquestas Nacional y de RTVE, y estar siempre pendiente de los contratos o acuerdos de servicios que negocie la orquesta con las instituciones públicas. Tras el acuerdo firmado con el Teatro Real en 1997, la orquesta adquiere una estabilidad sin precedentes. La Orquesta Sinfónica de Madrid sigue, con su unión al teatro lírico, un esquema muy parecido al de la Filarmónica de Viena, titular del Teatro de la Ópera de la capital austriaca.
Hoy me suena Los vengadores.
Textos extractados parcialmente de Wikipedia.
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